Enrique Dans: El obsoleto y dañino libro de texto.
Bill y Melinda Gates dedican el punto número 8 del reporte anual de su fundación a la obsolescencia de los libros de texto como herramienta de aprendizaje y a cómo la tecnología ofrece a día de hoy formas mucho mejores, más eficientes y más atractivas de aprender.
La apreciación es, sin duda, acertada: no hay más que ver el trabajo de numerosos desarrolladores creando herramientas de aprendizaje para entender que el libro de texto como tal es una herramienta incómoda, muy poco atractiva, que no genera ningún tipo de feedback sobre su uso, y que además, da lugar a un efecto todavía más perverso: el hacer que los estudiantes se acostumbren a recurrir a una única fuente. Herramientas como la española Smartick para el estudio de las matemáticas entre los 4 y los 14 años proporcionan formas infinitamente más atractivas de aprender una de las asignaturas que más renegados y más leyenda negra genera en el sistema educativo, debido generalmente a malas prácticas didácticas durante su aprendizaje.
Pero además de este tipo de interesantísimos desarrollos, hay más razones para renegar de los libros de texto, a las que he aludido en artículos anteriores: condicionan tanto a alumno como a profesor a recurrir a una fuente única de conocimiento, con todo lo que ello conlleva. En el mundo actual, el conocimiento nunca está en un único sitio, y el aprendizaje debe reforzar esa idea y ocuparse de educar el pensamiento crítico que ayuda a entender qué fuente de información es mejor en cada caso. En realidad, sustituir el libro de texto con un equivalente al mismo en forma de app o de cualquier tipo de programa cerrado sería susceptible de proporcionar una herramienta indudablemente más atractiva y con más posibilidades, pero seguiría cayendo en los mismos problemas. Lo que tenemos que hacer es ocuparnos de que sea el alumno el que construya sus propios materiales obligándolo a buscarlos y seleccionarlos adecuadamente, educando en los criterios necesarios para llevar a cabo esa selección y contando con una supervisión adecuada para ello. Exponer al alumno a una amplia variedad de fuentes, con diversos criterios de profundidad, sesgo, estilo o veracidad, ayuda a que entrene su sentido crítico y favorece el entrenamiento en algo que va a tener que hacer durante el reto de su vida: buscar información.
Uno de los principales problemas del libro de texto, de hecho, está en su facilidad para la editorialización, para la introducción de sesgos de todo tipo. En un entorno como el actual, deberíamos considerar preferible siempre un conjunto de fuentes amplio accesible a través de la red, que exponga al alumno a una amplia variedad de criterios, que una única fuente que obliga a los estudiantes a aprenderse la visión que una editorial o un gobierno han preparado para ellos. Solo educando el pensamiento crítico, formando en criterios de búsqueda y sometiendo a los alumnos a fuentes con puntos de vista plurales se puede aspirar a evitar problemas como los efectos actuales de las fake news y la manipulación mediante hipersegmentación: conseguir que una persona sea capaz de leer e interpretar más allá de un titular atractivo o intrigante, que reconozca un sesgo evidente o que tenga herramientas para contrastar o verificar una fuente es algo que debe necesariamente partir de una educación de fuentes abiertas, que ofrezca pluralidad de puntos de vista – incluyendo aquellos que nos puedan parecer execrables, pero que seguramente haríamos muy mal en ocultar. Algo que nunca podrá ofrecernos un libro de texto.
Obviamente, esto requiere que haya un razonable acceso a la tecnología: en ausencia de conexión o de herramientas, este tipo de planteamientos resultan imposibles, y un libro de texto, sea del tipo que sea, puede pasar a ser un auténtico lujo. Pero afortunadamente, la tecnología reduce de manera progresiva y rápida sus barreras de entrada, lo que debería llevarnos a plantear cómo serán los entornos educativos del futuro. Y en ellos, deberíamos eliminar el concepto de libro de texto como tal, y diseñar formas de que los alumnos, contrariamente a lo que plantea la escuela francesa, puedan apalancar las posibilidades de una conexión permanente en smartphones, tablets u ordenadores, y acudir a ella en todo momento, educando además en su uso adecuado y sin distracciones constantes. No, que los alumnos se distraigan y hagan otras cosas en lugar de estudiar cuando tienen un smartphone en la mano no es un motivo para quitárselo, sino una razón para educarlos en la responsabilidad y en su uso adecuado, por difícil que nos parezca. La escuela del futuro no prohibe los smartphones, sino que invita a utilizarlos en todo momento y pone cargadores en la mesa de cada alumno.
La función de la educación es preparar a los estudiantes para que sepan desenvolverse en el entorno que les rodea. Actualmente, ese entorno es no solo hiperabundante en información que precisa de criterios de selección y de sentido crítico, sino que, además, está rodeado de tecnología por todas partes, y proporciona muchísimas más posibilidades educativas que lo que el obsoleto libro de texto es capaz de ofrecer. Cuanto antes seamos capaces de poner fin al uso de esa herramienta del pasado, cuanto antes empecemos a exigir a los centros educativos que no recurran a metodologías completamente obsoletas para educar a nuestros hijos, mejor podremos plantearnos educar a las generaciones del futuro.
This post is also available in English in my Medium page, “What do Bill and Melinda Gates think of textbooks?“
Artículo extraído de la web del autor: https://www.enriquedans.com/2019/02/el-obsoleto-y-danino-libro-de-texto.html?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed:+ElBlogDeEnriqueDans+(El+Blog+de+Enrique+Dans)